Joseph Conrad: “Una Avanzada del Progreso”:
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Joseph Conrad: “Una Avanzada del Progreso”:
Reseña:
“Sólopodían seguir viviendo a condición de ser como máquinas. Y ahora,libres del cuidado alentador de los hombres eran como dos condenados aperpetuidad que, liberados después de muchos años, no saben qué hacercon su libertad. No sabían hacer funcionar sus facultades porque losdos, al no tener práctica, eran incapaces de pensar por sí mismos”.(Ibd Joseph Conrad. Una Avanzada del Progreso).-
El relato “Una avanzada delprogreso” se remite al centro de África. Allí, en un lugar perdido enlo profundo de la selva, la Gran Compañía Civilizadora ha erigido unafactoría, una barraca de cañas frente a un río, un diminuto punto entremuchos. Los responsables son dos insectos blancosrecién desembarcados: Kayerts y Carlier, más un negro: Makola, eltercero de a bordo, y diez ejemplares de una tribu guerrera, tanineptos para cortar hierba, construir cercas o un embarcadero, sembraruna huerta o talar árboles, como son el par de blancos. Kayerts dejó suempleo en la Administración de Telégrafos, a la que sirvió durante 17años, con el ingenuo fin de conseguir una dote para su hija Melie.Carlier es un desertor de un ejército mercenario. Joseph Conrad dibujay reflexiona el drama del par de supuestos “civilizados”: suincapacidad para trabajar, explorar y conocer no sólo la exuberantenaturaleza, sino también las lenguas, las costumbres, los ritos y elpensamiento mítico y mágico de las tribus que los rodean. Y si porantonomasia las tribus del África negra adoran fetiches, tótems y otrosdiabólicos menjurjes a veces chorreantes de antropofagia, en la parodiae ironía del relato de Conrad, los blancos llaman fetiche al almacén decada factoría, “tal vez porque en él residía el espíritu de lacivilización”, corporificado en el marfil que allí acumulan.
Frases de “Una Avanzada del Progreso”:
“Acierta distancia de los edificios había otra residencia. En ella, bajouna cruz que había perdido su perpendicularidad, dormía el hombre quehabía contemplado los comienzos de todo aquello; el que habíaproyectado y supervisado la construcción de aquella avanzada delprogreso. En su país había sido un pintor sin éxito que, cansado deperseguir a la fama con el estómago vacío, había llegado hasta allígracias a altas protecciones”.
“Llevabanmuy poco tiempo en aquel vasto y oscuro país y hasta entonces siemprerodeados de hombres blancos, bajo la mirada y dirección de sussuperiores. Y ahora, insensibles como eran a la sutil influencia de loque les rodeaba, se vieron muy solos al encontrarse de prontodesamparados frente a la selva; una selva a la que hacían todavía másextraña, más incomprensible, los misteriosos vislumbres de la vigorosavida que albergaba. Eran dos individuos perfectamente insignificantes eincapaces, cuya existencia era únicamente posible dentro de la complejaorganización de las multitudes civilizadas”.
“Pocoshombres son conscientes de que sus vidas, la propia esencia de sucarácter, sus capacidades y sus audacias, son tan sólo expresión de suconfianza en la seguridad de su ambiente. El valor, la compostura laconfianza; las emociones y los principios; todos los pensamientosgrandes y pequeños no son del individuo, sino de la multitud: de lamultitud que cree ciegamente en la fuerza irresistible de susinstituciones y de su moral, en el poder de su policía y de su opinión”.
“Ellosera una tarea imposible. Enfrentarse con eficacia, aunque sea conproblemas únicamente materiales, exige una mayor serenidad de espírituy un mayor coraje de lo que la gente, por lo general, se imagina.Ninguno de aquellos dos seres podía ser más incapaz de una luchasemejante. La sociedad, no por razones de ternura, sino debido a susextrañas necesidades, había cuidado de los dos hombres, prohibiéndolestodo pensamiento independiente, toda iniciativa, toda desviación de larutina; y se lo había prohibido bajo pena de muerte”.
“El río,el bosque, la tierra toda bullente de vida, eran como un gran vacío. Nisiquiera la brillantez de la luz solar les descubría nada inteligible.Las cosas aparecían y desaparecía ante sus ojos como si no tuvieranconexión ni propósito. Desde ese vacío llegaban en ocasiones canoas yhombres con lanzas en las manos que repentinamente se apiñaban en elpatio de la factoría. Iban desnudos, eran de un negro lustroso”…
“Laviolencia de las emociones que había experimentado le producía unasensación de agotada serenidad. Le parecía que se había desprendido desí mismo por completo. Se sentía a gusto con su nueva sabiduría,sentado junto al hombre que había matado. Discutía consigo mismo sobretodas las cosas que había bajo el cielo, con esa especie de extraviadalucidez propia de algunos lunáticos”.
“Unalarido inhumano, vibrante y repentino, atravesó como un afilado dardola blanca mortaja de aquel país de tristeza. El progreso llamaba aKayerts desde el río. El progreso, la civilización y todas lasvirtudes. La sociedad llamaba a su hijo ya formado para que fuera, paraque lo atendieran, lo instruyeran, lo juzgaran, lo condenaran; lellamaba para que volviera a aquel montón de basura que había dejadoatrás, para que se hiciera justicia”.
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